viernes, 11 de noviembre de 2011

No dará tu pie al resbaladero. Salmos 121:3




Si el Señor no lo permite, ni los hombres ni
el diablo lo podrán conseguir. ¡Cuánta no sería su gloria si pudiesen
hacernos caer vergonzosamente, arrojarnos de nuestras
posiciones y hacernos desaparecer! Lo harían ciertamente si no
tropezaran con un solo obstáculo: el Señor no lo permite; y si Él
no lo permite, nosotros tampoco lo permitiremos.
El camino de la vida es como un viaje por
los Alpes. Los senderos montañosos de continuo nos ponen en
peligro de resbalar. Donde el camino es alto, la cabeza fácilmente
sufre vértigos y los pies resbalan; hay sitios tan lisos como el
cristal; otros son pedregosos, y en todos ellos es fácil caer. Quien
durante su vida es ayudado a vivir rectamente y a caminar sin
tropiezos, tiene sobradas razones para ser agradecido. Con trampas
y lazos, con las rodillas débiles, los pies cansados y entre
enemigos astutos, ningún hijo de Dios podría mantenerse firme
ni siquiera una hora, si no fuera por el amor constante de Dios
que no dará su pie al resbaladero.

Entre mil lazos voy andando,
Tu mano fiel me está guardando;
Ella hasta el fin me sostendrá
Y al monte santo me guiará.














No hay comentarios:

Publicar un comentario